OCE Kennedy, Abril de 2008
Mientras el gobierno de Álvaro Uribe Vélez vuelca un alud de demagogia sobre la calidad de la educación colombiana, la arremetida neoliberal se hace cada vez más fuerte. Se han dictado una serie de medidas que van en detrimento de la calidad educativa. Ejemplo de ello es el recorte a las transferencias, que le quita a educación, la salud y el saneamiento básico cerca de 60 billones de pesos, y el decreto 1278 de 2002 o nuevo estatuto docente, que desprofesionaliza la carrera y arrebata a los maestros derechos laborales tan vitales como la estabilidad y los estímulos al estudio.
Y qué decir de la revolución educativa puesta en práctica por el Ministerio de Educación Nacional, y que con un criterio mercantilista apunta a privatizar la educación pública, tanto la básica y la media, como la profesional y la técnica del SENA, buscando adecuar el aparato educativo al TLC para que los jóvenes no tengan otra salida que la de vincularse a un mercado laboral manejado por las multinacionales, que solo necesitan mano de obra barata.
El gobierno de Lucho Garzón no fue ajeno en Bogotá a estas reformas educativas. Las aplicó de forma intensiva. Hoy la comunidad educativa se ha venido dando cuenta de las nefastas consecuencias que traen consigo estas medidas retardatarias. Es así como en la localidad de Kennedy, en lo corrido del 2008, los estudiantes de cinco instituciones educativas se han visto obligados a permanecer en sus colegios en tomas pacíficas. Protestan por el traslado masivo de profesores, el hacinamiento en las aulas, la falta de laboratorios y bibliotecas y la supresión de áreas básicas para la formación integral. Denuncian que se está reduciendo el proceso de aprendizaje a guarderías en las que únicamente se garantiza la permanencia de los estudiantes en las instituciones sin la garantía de recibir una educación pública de calidad.
Es por esto que
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