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miércoles, 11 de junio de 2008

LA DIETA POPULAR, SIN PAPA, SIN ARROZ, SIN PAN Y, MUY PRONTO…SIN LECHE

Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Pereira, junio 10 de 2008

En 2007 el valor de una carga de papa de 8 arrobas estuvo en $12.000. Este precio, debido a una sobreoferta causada por abundancia de siembras, llevó a la quiebra a muchos productores. Para 2008, fue al contrario: en enero la carga ya se cotizaba a $80.000 y para mayo ha superado $170.000. La escasez ocasionó que la libra al público, que en enero de 2008 valía $700, se venda en mayo a $1.000.

La causa de tanto desequilibrio tiene que ver con la política agrícola, que ha dejado que la “mano invisible” del mercado actúe en los distintos ciclos. En unos conduce a la ruina a los productores y, en otros, debido a la insuficiencia, propicia un encarecimiento para el consumidor. Estas fases se han vuelto más agudas y la presente coincidió con la ola alcista de los alimentos y de los insumos agrícolas. La papa está desaparecida de tiendas y graneros, donde se compran el 50% de los víveres, porque destinar capital para surtirla significa para los comerciantes suprimir la oferta de otros bienes y se está reemplazando por la yuca.

El kilo de arroz que en enero se vendió a $ 1.350 en mayo llegó cerca de $2.000. Esta subida también está relacionada con la política agrícola. Siendo, junto con la papa, un género en el que Colombia es prácticamente autosuficiente, la elevación de los precios se explica por los altos costos de producción. En 2008, producir una hectárea de arroz en el Llano, cuesta casi cuatro millones de pesos, lo que hace que una tonelada valga $700.000, cuando en 2006 costaba $520.000 y $560.000 en 2007. El incremento está en los fertilizantes y en el valor de la tierra. Dejar “operar al mercado” para insumos, sin fuerte control estatal, aleja cada vez más el arroz de la mesa de los pobres, el cereal que más ingieren.

El pan de 100 y el de 200 se evaporaron de las panaderías. Aunque el trigo es sólo el 15% del valor de fabricación de una pieza, el aumento de la cotización internacional hizo la hazaña. En Colombia se importa trigo desde la década de los cincuentas del siglo pasado; inicialmente con créditos subsidiados por Estados Unidos y, más tarde, cuando se extinguió el grueso de la producción nacional, el suministro se dejó en manos del “mercado global”. Entre 2000 y 2008, la tonelada importada ha pasado de 120 a más de 250 dólares. El trigo, en valor, es ahora el séptimo renglón de importación de Colombia y sigue subiendo.
Como si lo anterior no bastara, el gobierno, evadiendo su obligación con la sanidad de la leche -desde el potrero hasta la cocina- la ha abandonado en manos de productores, procesadores y consumidores. Su gestión sanitaria en ese campo la redujo a un decreto, dictado por las normas de la OMC, que, sin medir impactos económicos y sociales, prohibió desde el 24 de agosto de 2008 “el comercio de leche cruda y leche cruda enfriada para el consumo humano”, refiriéndose a la que se expende para ser hervida en los hogares. Miles de productores rurales que no entregan el líquido a las pasteurizadoras, estarán excluidos de dicha actividad, tanto como el comercio que se lo compra y distribuye y como muchas industrias lácteas que deberán supeditarse para la provisión de materia prima de quienes impondrán un predominio aún mayor en este sector. Los consumidores, la mayoría de bajos ingresos, pasarán de pagar $900 o $1.000 por un litro a más de $1.800 por una bolsa de 900 CC. Tres de cada diez litros se adquieren como “leche en cantina” y en Bogotá son más de 350.000 diarios, una porción atractiva para el oligopolio industrial lácteo que verá subir sus ventas en más de un millón de dólares por día, disfrutando de la supresión de la “cadena popular”.

La falta en la mesa de papa, arroz, pan y leche en muchas familias colombianas está ligada con la política agrícola. Hacer de las importaciones el principal instrumento de abastecimiento de cereales, oleaginosas y alimentos básicos, la eliminación del sistema de precios internos de sustentación estables por la adopción de los precios “de mercado” como referencia principal, la supresión del control eficaz de los costos de los insumos, la imposición de normas sanitarias inconsultas con la realidad productiva nacional y, a contramano, la concentración de apoyos y crédito en las cadenas exportadoras y en los grandes “empresarios” están en la raíz de la carestía que sufrimos. Una inseguridad alimentaria propia de una gestión ministerial que pregona que “es mejor la uchuva que el trigo”, que promueve yerros como su proyecto Carimagua y que, ante la evidencia, recurre a intimidar a quienes lo controvierten o a quienes presentan cifras que no le son convenientes por develar su fracaso. Urge una corrección inmediata.
In memoriam: Por Augusto Cano J., conspicuo profesor universitario de centenares de ingenieros eléctricos de Colombia, quien no cambió jamás sus principios éticos y políticos. Para él un perenne reconocimiento.

LAS ELECCIONES DE LOS CONSEJOS LOCALES DE JUVENTUD: UNA OPORTUNIDAD DE ORGANIZARCE Y RESISTIR

Organización Colombiana de Estudiantes OCE, Bogotá, Junio de 2008

Durante los últimos 18 años en Bogotá, se ha venido aplicando el modelo neoliberal inicuo y excluyente que profundiza las desigualdades. Un claro ejemplo, es que el 85% de los Bogotanos pertenece a los estratos 1, 2 y 3. Más de un millón de personas, entre ellos muchísimos jóvenes, tiene que caminar a diario porque no tienen con que pagar el pasaje, y 500.000 familias carecen de vivienda.

La situación de los jóvenes no es más alentadora: 53% viven debajo de la línea de pobreza, un porcentaje mayor que el promedio en América Latina, y el 13% en condiciones de miseria absoluta. En materia educativa, en Bogotá por cada educador oficial hay 40 estudiantes, fomentando el hacinamiento en las aulas e instalaciones locativas, la calidad de la educación y la sobrecarga laboral de los docentes. El Distrito ha dejado buena parte de la educación en manos privadas, de una demanda total de 1´630.000 cupos en 2006, ofreció 965.000, de los cuales casi 200.000 están en colegios en concesión, o privados con convenio. Si estos últimos se suman a la educación no oficial, los particulares todavía controlan el 51% de la educación básica en Bogotá. En cuanto a los jóvenes trabajadores en Bogotá, de 1.2 millones, el 38% no asiste a ningún centro educativo y más del 5% enfrenta el mercado laboral en condiciones de analfabetismo. Teniendo como consecuencia una mala remuneración, que muchas veces no llega a una cuarta parte del salario mínimo, con el argumento de la falta de experiencia laboral.

Por lo anterior la Organización Colombiana de Estudiantes, OCE, en su programa propone denunciar las políticas neoliberales que nos hunden en esta situación, luchar por la defensa y la educación públicas, combatir las privatizaciones, incentivar y fortalecer los procesos de movilización juvenil, velar por las garantías de los gobiernos estudiantiles, representantes y personeros, y por los derechos civiles de los jóvenes y los niños, promover y apoyar procesos de organización juvenil, y consolidar movimientos juveniles por la soberanía nacional y la democracia.

En la medida en que los jóvenes se han movilizado contra las políticas del actual gobierno de Uribe como el recorte a las trasferencias del Presupuesto Nacional a las regiones para salud, educación y saneamiento básico, contra el TLC o contra las que quieren imponer los contenidos académicos, que están incluidas en el Plan de Desarrollo, se les quiere criminalizar y el propio Presidente ha amenazado con hacer ingresar la bota militar a la Universidad y ha tratado al estudiantado como “bandidaje”. Esto exige agitar en toda instancia la defensa de la Democracia para que los jóvenes de manera libre puedan expresarse. La Organización Colombiana de Estudiantes, OCE, no desconoce que lo que esta aconteciendo en Colombia y en la educación obedece al acondicionamiento del país a ser una colonia de Estados Unidos, lo cual es, en ultimas, el principal propósito del régimen uribista. En este proceso electoral, la OCE refrendará su decisión de contender por la Soberanía Nacional, único medio por el cual podemos construir un país donde primen los intereses de los colombianos y las colombianas, y de forjar un futuro prospero y seguro para la juventud.

Es por esto que hacemos extensiva nuestra invitación a participar en los consejos de juventud, son estos un espacio asesor y consultor de la política distrital para los Jóvenes que permite gestionar y adelantar planes concernientes a esta población. El proceso de elección de los nuevos consejos de las localidades, inició con la inscripción de votantes que culmina el 30 de junio y las elecciones se realizarán el 26 de septiembre. Los lugares de inscripción y votación están definidos por las alcaldías locales, y sólo se requiere el documento de identidad para hacerlo. La Organización Colombiana de Estudiantes -OCE- participará con sus propios candidatos en estas elecciones, motivada especialmente por la grave situación que vive la mayoría de los habitantes de Bogotá y que también involucra a la juventud.