Cuando Kennedy renovó en 1963 la premiación a civiles con la Medalla Presidencial de la Libertad, definió que era para quienes hubieran hecho “meritorias contribuciones a la seguridad, o a los intereses nacionales de Estados Unidos, o la paz del mundo, o a la cultura u otras acciones significativas públicas y privadas”.
No extraña que entre los receptores de la misma estén Harry Truman, quien estableció esta medalla, o Eisenhower. El primero ordenó tirar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, y, el segundo, dirigió la ofensiva estadounidense en Europa en la Segunda Guerra Mundial y creó la doctrina de “represalias” nucleares en la Guerra Fría.
Es evidente que se trata de reales tutores de los “intereses y la seguridad” de USA. Lo mismo puede decirse de los militares Schwarzkopf y Powell, jefes de la operación “tormenta del desierto” desde Kuwait, la primera ofensiva contra Irak; o Robert McNamara, secretario de Defensa durante la guerra de Vietnam; o de Dean Rusk, secretario de Estado en el conflicto en el sudeste asiático. Para ser más laxos se entiende que, por iguales razones, se debía colgar la “Medal of Freedom” a Henry Ford II o a Lawrence y David Rockefeller o al neoliberal Milton Friedman, inclusive a Charlon Heston, más por su devoción a la Sociedad Americana del Rifle que por sus pesadas actuaciones cinematográficas en las producciones de Cecil B. de Mille.
Al hablar de méritos en cuanto a ayudar a la paz mundial, es entendible que se encuentren entre los distinguidos a Nelson Mandela, el líder surafricano contra el apartheid; la Madre Teresa de Calcuta, reconocida por su labor altruista por décadas a favor de sectores muy pobres en India; o Martin Luther King Jr., cuya sola mención rinde reconocimiento a la defensa de los derechos civiles. Si se habla de cultura norteamericana caben, Tennessee Williams, periodista y novelista exitoso; John Steinbeck, Premio Nobel de Literatura; y actores como Gregory Peck o Frank Sinatra, “la voz”. Jacques Costeau o John Kenneth Galbraith.
A estas alturas, cualquiera podría preguntar: ¿Por qué entonces Bush le dio esa medalla a Uribe? Ni siquiera por su apoyo a la invasión a Irak; no fue nada su mensaje de apoyo frente a las numerosas tropas remitidas por el británico Blair y Howard de Australia. Tampoco por sus aportes a la paz mundial, bastaría recordar la violación al territorio ecuatoriano; los mal llamados “falsos positivos”; la parapolítica; la incorporación de civiles al conflicto armado para concluir que no puede ser por dicha razón. Ni menos por sus tributos a la cultura. El recorte de las transferencias fiscales a la educación, los atropellos contra la universidad pública, el papel de cenicienta presupuestal de la cultura, que recibe un peso por cada 118 que se gastan en seguridad y defensa y apenas representan el 0,05% del PIB, son argumentos en contra. Definitivamente no son las letras ni las artes las que indujeron a George W.
No queda sino una, muy rara. Un presidente de un país ajeno premiado por haber servido muy bien a los intereses de otro, de Colombia para Estados Unidos, así como Truman, Eisenhower o McNamara. Y hay antecedentes, como las frases de Bush el 22 de julio en la Casa Blanca, “El presidente Uribe ha hecho todo lo que le hemos pedido que haga, y más”, a la sazón de una fementida celebración del día del grito de la independencia, complementadas con otras relacionadas con fumigaciones con glifosato y demás bárbaras acciones adelantadas a nombre de la “lucha anti-drogas”: “ha cumplido con todas las peticiones hechas por el Gobierno de Estados Unidos”.
Son muchos quienes se conducen con plena obediencia al Tío Sam y no han recibido la tal medalla. Es de sospechar otras razones de más peso. ¿Puede asimilarse el colgandejo al escapulario de la Virgen del Carmen para prevenir “el fuego eterno" y sobre todo si procediera del nuevo gobierno norteamericano? Uribe se expresó sobre Obama así en plena campaña electoral: “El candidato demócrata es joven y tiene poca experiencia. De todas formas, yo no creo que Estados Unidos esté preparado para un presidente de color. Pienso que va a ganar el republicano McCain, quien para nosotros representa la continuidad de las relaciones políticas y comerciales”. (La Republicca de Italia, el 11 de julio de 2008, citado por Constanza Vieira).
Bush sale y Uribe se queda con la medalla y las botas tejanas, recibidas en el Rancho Crawford; ¿Le alcanzarán para continuar inmune y sobreprotegido? Está por verse, a lo mejor sí y a lo mejor no; ahí está una de las claves de política colombiana en el futuro próximo.